7 hechos sobre la depresión de los cuales solemos hacer ‘oídos sordos’.
Kelly Brogan es psiquiatra de salud holística para mujeres con sede en Manhattan, y autora del best seller del New York Times, A Mind of Your Own.
Está ocurriendo una tragedia silenciosa en la historia sanitaria.
Nadie habla de ello. Nos han contado una historia sobre la depresión: que es causada por un desequilibrio químico y curada por una solución química: una receta médica.
Más de 30 millones de nosotros tomamos antidepresivos, incluyendo una de cada siete mujeres (una de cada cuatro mujeres en edad reproductiva). Millones de personas se sienten tentadas a probarlos para acabar con la angustia, la irritabilidad y la «agudeza» crónica e inflexible. Se sienten atrapadas por esa agitación interna agotadora. Y no la pueden ‘quitar’.
Es el momento de dejar de lado esta falsa narrativa y echar un vistazo a lo que nos lleva la ciencia. El cuerpo humano interactúa con su entorno con profunda inteligencia. Tu cuerpo crea síntomas por una razón.
La depresión es un síntoma significativo de un desajuste, biológicamente hablando, con el estilo de vida que uno lleva:
– Llevar una dieta deficiente,
– Tener mucho estrés y gestionarlo mal,
– Realizar poco ejercicio físico,
– Exponerse a poca luz solar natural,
– Exponerse continuamente a sustancias tóxicas (ya sea por el medio ambiente o por ingesta propia, como los medicamentos o mucha comida procesada).
La inflamación es el lenguaje que el cuerpo habla, expresando desequilibrio e invitando al cambio.
Por lo general, suprimimos estos síntomas con medicamentos, pero eso es como apagar la alarma de incendios cuando se produce un incendio y empieza a sonar cuando detecta humo.
Vamos a aclarar los hechos:
1. La depresión es a menudo una condición inflamatoria.
La depresión es a menudo una manifestación de irregularidades en el cuerpo que comienzan lejos del cerebro. Nunca se suele asociar a ‘desequilibrios químicos’.
La investigación médica ha enfatizado el papel de la inflamación en las enfermedades mentales por más de 20 años. Desafortunadamente, se necesita un promedio de 17 años para que los datos que exponen la ineficacia y/o una señal de daño, se filtren en la rutina diaria de tu médico. Un retraso ya hace que la atención estándar de la medicina esté «basada en evidencia» solo en la teoría y no la en práctica).
Ni un solo estudio ha demostrado que la depresión sea causada por un desequilibrio químico en el cerebro. Eso es correcto: nunca ha habido un estudio en humanos que vincule con éxito los niveles bajos de serotonina y la depresión. Los estudios de imagen, los análisis de sangre y orina, las evaluaciones de suicidio post mortem e incluso la investigación con animales nunca han validado el vínculo entre los niveles de neurotransmisores y la depresión.
En otras palabras, la teoría de la influencia de la serotonina en la depresión es un mito total que ha sido respaldado injustamente por la manipulación de los datos. Muy al contrario, los niveles altos de serotonina se han relacionado con una variedad de problemas, que incluyen la esquizofrenia y el autismo.
Entonces, si crees que una píldora química puede salvarte, curarte o «corregirte», estás muy equivocado. Es como ponerte una tirita o un vendaje encima de un clavo clavado en la planta de tu pie y tomar una aspirina para el dolor y/o inflamación. No sirve de nada, falta resolver el problema principal; sacarte el clavo de la planta de tu pie.
2. Los antidepresivos tienen el potencial de deshabilitar, irreversiblemente, los mecanismos de curación naturales de tu cuerpo.
En estudios científicos a largo plazo se ha demostrado repetidamente que los antidepresivos empeoran el curso de la enfermedad mental. A pesar de lo que se te ha hecho creer. Por no hablar de los riesgos de daño hepático. O hemorragias, aumento de peso, disfunción sexual y disminución de la capacidad cognitiva que conlleva.
El peor secreto de todos es el hecho de que los antidepresivos son del tipo de drogas más difíciles de “desengancharse”. Más que el alcohol y los opiáceos. A ese proceso se le ha nombrado coloquialmente «pasar por un síndrome de abstinencia». Pero los profesionales médicos, reciben instrucciones de llamarlo «síndrome de discontinuación”, que puede caracterizarse por reacciones físicas y psicológicas sumamente debilitantes. Además, los antidepresivos tienen un historial bien establecido de causar efectos secundarios violentos, incluyendo el suicidio y el homicidio. De hecho, se ha encontrado que cinco de los 10 medicamentos más inductores de violencia son antidepresivos.
3. El objetivo de los antidepresivos no es curarte.
Incluso si aceptas el argumento de que estos medicamentos son útiles para algunas personas (el 82 por ciento de las cuales se debe al efecto placebo, según el Dr. Irving Kirsch), extrapolar una causa médica de esta observación sería como decir que la timidez es causada por una deficiencia de alcohol. O que los dolores de cabeza son causados por la falta de codeína.
¿Y qué pasa con una vulnerabilidad genética? ¿Existe tal cosa como un gen de la depresión? En 2003, un estudio publicado en Science sugirió que las personas con variación genética en su transportador de serotonina tenían tres veces más probabilidades de deprimirse. Pero seis años después, esta idea fue eliminada por un meta-análisis de 14.000 pacientes publicado en el Diario de la Asociación Médica Americana, que negó tal asociación.
4. La mayoría de las recetas de antidepresivos son distribuidas por médicos de familia, no por psiquiatras.
El 7% de todas las visitas a un médico de atención primaria terminan con la receta de un antidepresivo. Y casi tres cuartos de las recetas se prescriben sin un diagnóstico específico.
Además, cuando el Departamento de Salud Mental de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins realizó su propio examen de la prevalencia de los trastornos mentales, descubrió que la mayoría de las personas que toman antidepresivos, nunca cumplen con los criterios médicos para un diagnóstico genuino de depresión mayor. Y muchos de los que reciben antidepresivos para cosas como el TOC, el trastorno de pánico, la fobia social y la ansiedad tampoco cumplen con la criterios requeridos.
5. Muchas condiciones físicas imitan los síntomas psiquiátricos.
Muchas condiciones físicas diferentes crean síntomas psiquiátricos, pero no son en sí mismas «psiquiátricas».
Dos ejemplos principales son: la disfunción de la tiroides y la hiperglucemia en sangre. Piensas (porque tu médico piensa o te hace creer) que necesitas «curar» tu cerebro. Pero en realidad debes observar el ecosistema de todo tu cuerpo: tu salud intestinal, tus interacciones hormonales. Tu sistema inmunológico y trastornos autoinmunes. Tu equilibrio de azúcar en sangre y tu exposición a elementos tóxicos, ya sea medioambiental como ingesta propia.
6. Las intervenciones básicas que hagas en tu estilo de vida pueden facilitar los poderosos mecanismos de autocuración de tu cuerpo. Y así, acabar con la depresión.
Estas son algunas de las intervenciones que pueden ayudarte:
– Modificaciones en la dieta (más grasas saludables y menos azúcar, lácteos y gluten),
– Tomar suplementos naturales como vitamina B y probióticos, que no requieren receta médica e incluso se pueden administrar a través de ciertos alimentos,
– Minimizar las exposiciones a sustancias tóxicas que alteran tu biología, como el flúor en el agua del grifo, los químicos en medicamentos comunes como el Tylenol y las estatinas, y las fragancias en los cosméticos,
– Aprovechar el poder que te proporciona el dormir bien,
– El ejercicio físico,
– Las técnicas de meditación y relajación.
7. La depresión es un mensaje y una oportunidad.
Es una señal para que te detengas y averigües qué está causando tu desequilibrio, en lugar de simplemente enmascarar, suprimir o desviar los síntomas. Es una oportunidad para elegir una nueva historia, participar en una transformación radical. Decir sí a una experiencia de vida diferente.
Mantén tu sistema nervioso a su máximo potencial, ven a vernos, ajústate, mímate.