¿Qué es zero waste?
Zero waste significa residuo cero. El movimiento de generar un residuo cero para cuidar el planeta.
Gina, de Zero Waste Barcelona Network, nos ha contestado a unas preguntas para que todos seamos personas más conscientes de lo que le está pasando al planeta y cómo podemos afrontarlo cada uno de nosotros. De antemano, gracias Gina.
Podéis seguirla en su instagram haciendo click aquí.
Esperamos que os guste tanto como nuestro cambio de vasos de plástico a vasos de maíz.
Gina, ¿qué le está pasando al planeta?
El planeta se está quejando y nosotros no nos lo estamos tomando en serio, así que va a seguir haciéndolo cada vez con más frecuencia y más brutalmente. Lo hemos contaminado, asfixiado y maltratado hasta límites que a día de hoy son casi irreversibles. Tenemos que hacer algo y tenemos que hacerlo ya. Hasta hace cien años los humanos no dejábamos residuos permanentes a nuestro paso ni consumíamos los recursos como si fueran ilimitados. Somos el único animal de la Tierra que hace esto y contribuye negativamente en el ecosistema. Básicamente, si no hacemos nada, pronto no habrá ecosistema. Hay que meterse en la cabeza que no hay un planeta B.
5 cosas fáciles que podemos hacer en nuestra vida diaria para fomentar el movimiento zero waste:
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Lleva siempre una bolsa de tela encima.
Esta parece muy obvia porque ahora las bolsas de plástico se pagan, pero sigo viendo a muchas personas que las piden por falta de previsión. Una bolsa de tela doblada no ocupa espacio y es perfecta para esas compras improvisadas.
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Lleva tu botella de agua encima.
Beber agua es muy importante para la salud (más con estos calores) pero las botellas de plástico no solo son malísimas para el planeta (el plástico, si se llega a reciclar, sólo es aprovechable una vez más) sino que está demostrado que también es muy malo para la salud.
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Pásate a la cosmética sólida.
Los jabones y champús en pastilla duran tanto o más que su versión en bote, suelen ser naturales y biodegradables, ocupan muy poco y su formato seco los hace ideales para viajar. Le ahorrarás envases de plástico al planeta y muchos ingredientes innecesarios a tu piel.
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¡Desnuda la fruta!
¿Existe un envoltorio más perfecto y sostenible para una fruta que su propia piel? Yo creo que no. Hazte con un set de bolsitas pequeñas de un material ligero (algodón o malla) y compra las frutas y verduras como Dios las trajo al mundo. También puedes hacértelas tú. Apuesta por fruterías y mercados antes que por el supermercado, suelen estar muchos más abiertos a que compres con tus bolsitas y, además, apoyar el pequeño comercio es importante.
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Replantéate tus hábitos de consumo.
Esta es, quizás, la más importante de todas ellas. Analiza tu basura para descubrir cuál es el residuo que más generas, si es realmente necesario y cómo podrías eliminarlo o reducirlo. En general, se trata de cuestionarse nuestras necesidades reales (SPOILER: son muchas menos de las que parece). Vivir ligero es bueno para el alma, para el bolsillo y, evidentemente, para el planeta.
Nos puedes decir tres cosas en las que no pensamos pero que no son tan difíciles de hacer:
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Cambia tu cepillo de dientes por uno de bambú.
El primer cepillo de dientes de la historia aún existe, porque es algo que no se recicla. Una persona usa de media 4 cepillos de dientes al año (uno cada tres meses aproximadamente); haz cuentas y descubrirás la cantidad de cepillos que usarás y tirarás a la basura a lo largo de tu vida. Los cepillos de bambú son compostables casi en su totalidad: corta el cabezal y deséchalo, el mango va al orgánico o hasta puedes compostarlo en casa. También puedes hacer como yo y arrancar las cerdas con unas pinzas para que todo el mango vaya al orgánico. Pero ojo, antes de desechar un cepillo de dientes que ya no sirve para su tarea, aprovéchalo para limpiar juntas de baldosas y suciedad enquistada en recovecos.
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Instala un filtro de agua en tu grifo.
El agua corriente pasa muchísimos más controles diarios que el agua embotellada, por lo que es totalmente segura para beber. Aun así, el sabor (especialmente en Barcelona) deja bastante que desear. Un filtro como el de Tapp Water (no me pagan pero los recomiendo todo el rato porque funcionan) mejora notablemente el sabor y aunque supone una pequeña inversión inicial, en seguida la recuperas. No solo te ahorras dinero y le ahorras plástico al planeta, es que encima te ahorras cargar botellas y garrafas del supermercado a tu casa.
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En realidad, el residuo que más me horroriza es el orgánico.
Evitar el desperdicio alimentario es vital y muy fácil: planifica tu menú semanal para planificar tu compra sin residuos (o con los mínimos posibles). Sé realista y compra sólo los alimentos que puedas consumir o conservar a corto plazo. Almacénalos correctamente y busca maneras de aprovechar las sobras y las partes que habitualmente se tiran (hojas, troncos, pelas…), desperdiciando un montón de comida y aportes nutricionales muy interesantes. Evita los procesados: siempre vienen en plástico, su aporte nutricional es muy pobre (o nulo) y encima son caros.
Cuál sería el “top” zero waste, pero realista:
Hacer la gran mayoría de nuestra compra a granel en nuestros propios envases y bolsitas evitaría una cantidad muy importante de residuos, aparte de consumir productos locales y de temporada. Hay otras cosas que puedes hacer para reducir mucho tu huella de carbono: desplazarte a pie o en bici siempre que sea posible (¡gimnasio gratis!) u optar por un patinete eléctrico o el transporte público. Reducir o eliminar los productos animales (una de las industrias más contaminantes, sin entrar en temas éticos). Comprar ropa y objetos de segunda mano o de origen local, ético y sostenible y, sobre todo, preguntar y pedir a las personas de tu alrededor antes de comprar, especialmente cosas que vas a usar muy poco: mi ejemplo favorito es el taladro. En serio, no hace falta que todos tengamos uno en casa. En Barcelona existe Lendi App que es una maravilla.
¿Y el ideal?
El ideal sería que los gobiernos se pusieran serios y se prohibiera totalmente la fabricación y distribución de productos de un solo uso y que l@s ciudadan@s tuviéramos unos hábitos de consumo que no los incluyeran. No tiene ningún sentido invertir una cantidad enorme de agua, energía y otros recursos para fabricar algo que se va tirar después de usarse una sola vez y que va a estar en la Tierra centenares de años después de que hayamos muerto. El papel, aunque reciclable o compostable, tampoco es una buena alternativa, porque fabricarlo consume una barbaridad de recursos.
¿Llegaremos a ese ideal?
Lo dudo mucho. Aún hay una parte muy importante del mundo y de los políticos que niegan totalmente que el cambio climático sea algo real. Nos lo vamos a comer con patatas y mucho antes de lo que pensamos (de hecho, ya lo estamos haciendo). Aun así, y aunque parezca que no, nuestras acciones individuales tienen un gran impacto y por supuesto creo que no solo debemos hacernos responsables de nuestro consumo sino que debemos exigir a los gobiernos que apliquen medidas. ¡Pero ya!
¿Crees que la gente empieza a ser consciente?
Sí. Ahora se habla mucho más de ello y la gente está empezando a despertar y a buscar maneras de ser un poco más sostenible. Además, a través de las actividades que organizo y promuevo con mi asociación, Zero Waste Barcelona Network, puedo dar fe de que cada vez hay más y más personas interesándose por el movimiento zero waste, lo que me hace mantener un poco de esperanza.
¿Cuándo te diste cuenta tú?
‘Nunca quise llegar a ser “zero waster”, simplemente ocurrió’.
Hace unos cuatro años y medio me entró la fiebre “Konmari” después de leer “La magia del orden” y pasé unos días llenando bolsas de cosas para donar y tirar. Cuando terminé y vi todo lo que había acumulado en mi corta vida sentí que estaba haciendo algo profundamente mal. A partir de ese momento empecé a cuestionarme mis hábitos de consumo (me horroricé) y a intentar reducir poco a poco mis residuos. Nunca quise llegar a ser “zero waster”, simplemente ocurrió. Aunque por supuesto a día de hoy sigo generando residuos, aunque sean muchos menos que hace cuatro años y medio y muchos menos de los que genera la mayoría. El zero waste es solo un objetivo, no una realidad.
¿Qué es lo que más pesado se te hace?
Cuando empecé, tenía varias tiendas a granel a un minuto de dónde yo estaba, por lo que no me suponía ningún esfuerzo hacer la compra así. Ahora vivo en un barrio donde apenas existe esta opción, así que cuando me toca hacer la compra de “fondo de despensa” (legumbres, cereales, frutos secos, harinas…) me armo de paciencia, bolsas y tarros, vuelvo a mi antiguo barrio y después lo cargo todo de vuelta a mi casa. Qué le vamos a hacer.
¿Qué ves que la gente hace que te pone de los nervios?
Vivo a dos minutos de la playa más concurrida de Barcelona. Ver cómo la gente es extremadamente sucia, maleducada e inconsciente y se va de la playa dejando su basura en la arena (sabiendo que puede acabar en el mar o en el estómago de un animal) me saca de mis casillas. He tenido que relajarme con este tema porque acababa a gritos e insultos con la gente demasiado a menudo (mis amig@s pueden dar fe) y la que se quedaba fatal y drenada de energía era yo, no ell@s.
¿Quieres añadir algo para que seamos más conscientes y más zero waste?
Sí. Mis dos consejos estrella, que repito incesantemente, son: hacer los cambios poco a poco, sin prisas pero sin pausas. Pues agobiarse puede desmotivarnos y provocar el efecto contrario al que estamos buscando. Y, sobre todo, predicar con el ejemplo. No sirve de nada enfadarse con tu gente cercana por la cantidad de residuos que genera sin ningún cargo de conciencia. Suele tener un efecto rebote creando aún más resistencia por su parte a hacer ningún cambio y además no vale la pena vivir peleados. Tú haz la tuya (evidentemente puedes hablarles de lo que estás haciendo y por qué, y más si te lo preguntan) sin imponer tu forma de hacer y puede que un día te sorprendan siguiéndote. Sé el cambio que quieres ver en el mundo.
Aquí hemos cambiado los vasos, prevenimos en salud en vez de sólo curarla cuando ya existe el problema, y eso se traduce a menos pastillas, blisters, plásticos, etc. Poco a poco, cada uno con su cambio. ¿Te animas? ¿Te vienes?